martes, 28 de marzo de 2017

EL NIÑO QUE QUERÍA SER UN GOONIE de Víctor Blázquez



Hablar una vez más de una novela de Víctor Blázquez, es hablar de una narración que seguro te va a mantener enganchado del principio al final de la misma.

En esta ocasión, podría parecer que con “El niño que quería ser un Goonie”, Víctor se adentra en la novela juvenil, pero poco a poco te das cuenta que es una novela para aquellos que seguimos siendo jóvenes, porque mantenemos el espíritu de aquella inolvidable película de los años 80. Y es que ¿quién no quiso ser un Goonie alguna vez en su vida?

Yago tiene ocho años, y descubre la película de los Goonies cuando Toño, su hermano mayor,  se la pone camino a pasar lo que se suponen serán unas fantásticas vacaciones junto a su madre en un magnífico complejo hotelero de la costa, llamado ‘El Nirvana’. Desde el primer momento, el niño queda absolutamente conquistado y fascinado por la película y sueña con vivir las mismas apasionantes aventuras que sus protagonistas.

Lo que no se imagina es que pronto se verá sumergido en una aventura que le llevará mucho más lejos de lo que le hubiera gustado. Un críptico mensaje encontrado al fondo de un armario, en el que se refugia ante la visita de extraños seres por la noche, desencadena una investigación, en la que por supuesto no estará solo. Como buen Goonie no solamente será ayudado, de una manera un tanto obligada, por su hermano mayor, sino que encontrará a sus perfectos compañeros de aventuras en sus amigos, esos amigos de veranos que, como todos sabemos, serán amigos para toda la vida… ¿o no?

¿Pero acaso todo es fruto de la imaginación de un niño que acusa la separación de sus padres, o realmente hay algo oscuro en ese lugar paradisiaco de vacaciones? ¿Tendrán esas nuevas amistades unos lazos lo suficientemente fuertes como para resistir las consecuencias de la aventura en la que se embarcan? ¿Conseguirán averiguar quién es la familia Kotska y qué tienen que ver con los extraños sucesos de ‘El Nirvana’?

Víctor Blázquez no deja de sorprenderme. Porque lo mimo te hace temblar ante una horda de zombies (de los que corren), que te introduce en la mente de un nazi, como te hace ver el mundo a través de los ojos y los miedos de un niño de ocho años. Y lo hace todo de una forma magistral, como si no costara, de tal manera que lo lees y te crees que eso también lo puedes hacer tú, pero la realidad es que no (como cuando ves jugar a Federer, que parece que el tenis es fácil y que cualquiera puede hacerlo, pero no).

Sea como sea, en “El niño que quería ser un Goonie” Víctor consigue que consigamos retroceder unas cuantas décadas y vivamos la historia en primera persona, como cuando soñábamos con vivir mil aventuras imposibles, esa época en la que el peligro no existía, y si existía nos tragábamos nuestro miedos y nos convertíamos en auténticos temerarios. Porque éramos invencibles y no podía pasarnos nada. Porque un Goonie puede con todo. Porque un Goonie nunca dice ‘muerto’.